lunes, 12 de julio de 2010

Una crónica del triunfo de España y las sutilezas de una independencia

Anoche, cuando ya todos sabíamos que España era el campeón mundial del 2010, recibí una crónica muy emotiva de Rogelio García Contreras, colaborador asiduo de Literal. Decidí subirla al blog porque contiene la conmoción del que ha vivido un trozo de historia del cuál muchos hemos sido testigos:

Por Rogelio García Contreras

“Comparto con ustedes lo que en las últimas 48 horas me ha tocado vivir.



No sé si todos sepan pero la universidad tuvo a bien mandarme con un grupo de estudiantes a Barcelona. Llegamos acá el sábado por la mañana. Por la tarde, algunos de los estudiantes y el que aquí suscribe, ya nos habíamos unido a una manifestación multitudinaria en la que los ciudadanos de origen Catalán tomaron las calles para demandar la independencia de Cataluña. La manifestación distaba mucho de la toma de calles que organiza el PRD; no hubo cánticos derrotistas reclamando el conteo voto por voto, ni toma de camiones por porros del CEU. En cambio, la demanda fue civilizada y pacifica (la marcha estaba llena de niños con las camisetas del Barca) y lo que se demandaba era nada menos que la independencia de Cataluña. El ambiente era tenso; como saben hoy se jugó la final de la copa del mundo. Entre los catalanes nacionalistas y el gobierno local habían logrado resistir la demanda de simples aficionados de futbol que pedían al ayuntamiento la instalación de pantallas gigantes para la proyección de los juegos de España. "Eso no lo haremos" decían nacionalistas y gobierno al unísono, pues aquel equipo "no representa a Cataluña" (aunque esté lleno de Catalanes). El gobierno de la ciudad y nacionalistas que los acompañan, dirigido -entre otros- por una damicela que bien podría ser novia de Le Penn o de Glen Beck, resistieron la embestida de simples aficionados de futbol una y otra vez durante 6 partidos del mundial, pero tener a España por primera vez en la final de una copa del mundo, ya fue demasiado. El hilo se rompió por lo más delgado, el vox populi demandaba circo y el ayuntamiento lo concedió por temor de perder simpatizantes. Se instalaron (así conté yo) dos pantallas gigantes en la Plaza de España... La plaza, majestuosa, albergó a miles y miles de personas y una de esas miles, era yo. No sé decirles exactamente cuantas personas habíamos esta tarde para ver a España, seguro -si lo googoolean- ustedes serán capaces de encontrar informes más precisos al respecto. Lo que si sé decirles es que a pesar de que la manifestación del sábado fue multitudinaria con una línea (según la televisión local) de hasta 5 Km. de personas tomando la prolongación de Gracia hasta la Diagonal (parecida -para los que estuvimos allí- a la marcha contra la delincuencia que hubo en México hace más de cinco años), lo que viví hoy, lo de hoy, yo no lo había vivido ni lo había visto nunca.
Entré a la plaza por mi propio pie. Habrá que tomar en cuenta que para "agarrar buen lugar" este Mexica y su comitiva de gringos villamelones llegamos a la plaza a las 5:00 de la tarde hora local. Para el momento en el que San Iniesta (Catalán él) anotó el gol del triunfo, hacia las 11:00 de la noche, a mi y a todos los que estábamos al centro de la plaza nos traían en peso, cual estación Pino Suárez en hora pico, nada más que sin metro que tomar. Aquello era una romería... a la plaza le pasó lo que le sucedió a España después de la muerte de Franco (vean la película "Belle Epoque" con Penélope Cruz, el hermano de Alejandro Sanz y Maribel Berdu, una película sobre la Guerra Civil Española pero hecha en la España Europea del post-Franquismo)... con el gol de San Iniesta (creyentes y no creyentes favor de persignarse) la tensión de un partido en el que no existía nada para nadie se transformó en un jubilo difícil de describir. Haré sin embargo un intento que de antemano presumo inútil, además, a pesar de mi voluntad y mi deseo por platicarle esto a alguien, el cansancio y lo que vi., me abruman... no sé ni por donde empezar.
Se entonaron cánticos, se encendieron bengalas, se tronaron cuentones, se escuchó el sonido local saludando a la Reina y a "Su Majestad" el Rey (algo que seguro les vino mal a los que habían estado presentes el día anterior en la manifestación por la independencia de Cataluña), se tarareó el himno, se brincó, se lloró, se gritó, se aplaudió y se recordó, muchas, muchísimas veces lo frívola y seductora que era la madre del arbitro quien (a decir de los allí presentes), era una mujer de cascos muy ligeros. (nada mas quisiera aclarar que eso, a mi, no me consta). Ah pero eso sí, el Santo Catalán hizo el gol en Sudáfrica y los presentes en esa plaza al unísono con la ciudad entera emanaron un grito de gol que estoy seguro Andrecito escucho hasta tierras sudafricanas. Aquello fue, MONUMENTAL. Se aplaudió, se le aplaudió a San Andrés Iniesta (el mismo que aquella noche de Mayo en Londres, hiciera que las aficionadas del Barca, principalmente aquellas aficionadas cules que radican en Barcelona, cambiaran su estado de ánimo cuando anotó en el último minuto el gol con el que los blaugrana se colaron a la final de la Champions). Como nota al calce, permítanme compartirles algo que escuché no hace mucho en ESPN Deportes y que después leí: según datos oficiales, entre los meses de febrero, marzo y abril de este 2010 se registraron índices record de nacimientos en la ciudad. Los aficionados varones contentos por el campeonato y siempre dispuestos (campeonato de por medio o no) a "ponerle Jorge al niño" se sintieron conquistadores de tierras europeas. La verdad, sin embargo, es que fue solo un hombre, San Andrés Iniesta, quien le cambió el animo a sus "susodichas" o "peor es nada" y estas muy majas, terminaron por decir que sí y "tomen changos su banana" -nunca mejor empleada tan vulgar expresión. Nueve meses después, la cigüeña trabajaba horas extras en la Ciudad Condal.

Así las cosas, e independientemente de que San Andrés, patrono de los embarazos, provoque otra explosión demográfica el año que entra estilo el México de los 70s, tan pronto cayó el gol aquello fue una verbena popular de proporciones titánicas. La fuerza de la masa me llevaba de un lugar al otro de la plaza rectangular (en su porción más estrecha). Me mojaron (con agua, cerveza, vino y tal vez otras cosas), recibí besos y abrazos de propios y extraños, me decían que me querían mucho, como llevaba (como muchos) la casaca del Barca, los más catalanes de los aficionados se paraban a abrazarme y a besarme para afirmar que "habíamos ganado", refiriéndose a que la cantera del Barca había ganado la copa (al respecto consíganse un libro maravilloso escrito por el ex-vicepresidente Económico del FC Barcelona, Ferran Soriano, "La pelota no entra por azar").Hombres y mujeres, abuelos y niños se me acercaban para que nos congratuláramos mutuamente. De nada parecía importar mi "look" de Sudaca o que mi casaca porta el 4 de Rafa Marquez, o que al principio no tenia ni idea del por qué se acercaban a mi, y no a otro con la camiseta de España, para decir que ganamos. Ya después una aficionada un tanto alcoholizada me explicó: Si portas la del Barca eras cule, y eso, para muchos es un gentilicio más importante que el gentilicio Catalán, cuanto más el Español (y yo pensé: "mira que bien, casi como en México cuando me pongo la del América"). 


Los villamelones de mis alumnos y alumnas, algunas muy rubias y anglas pa' ser cules y otros muy quemaditos pa' ser pericos, veían por primera vez un partido de futbol asociación y ya cantaban "Yo soy Español, Español, Español" o incluso en un Español sumamente fracturado el "va por ellos, olé... va por ellos, olé, va por ellos, olé, va por ellos, eh, olé..." sin saber bien a bien lo que decían (ya no digamos contar con la nacionalidad o el gusto por el futbol). Pero a nadie le importaba, lo importante era el gol de San Andrés (en la TV uno de los cronistas propuso incluso modificar los planos arquitectónicos de la obra maestra del gran Gaudi, la Sagrada Familia, y hacer un nicho especial para San Andrés Iniesta.


En eso estábamos cuando entonces la emoción pasó a otro nivel de conciencia con el silbatazo final.... No, no, no. No les puedo yo contar... les quiero contar, necesito contarles, pero no puedo... me estoy quedando corto y además me estoy abrumado... Para el momento que Iker Casillas alzaba la copa ya se entonaban himnos sobre una España que habrá de vivir. Como dice Joaquín Sabina y dice bien, para algunos una madrastra, para otros una puta que se enamora y para otros tantos una fruta que se indigesta, pero hoy todos son España, todos la adoptan para si. Barcelona vive y late con España. Casi 70 millones de personas celebrando como una nación unida... apenas ayer un grupo de nacionalistas que seguro poco saben de futbol y de los valores Catalanes de Pujol, Pique, Xavi, Iniesta, Fabregas, Bousquets, etc, pedían la secesión de Cataluña... hoy todos le cantan al Rey.

Hay que ver lo que este bello deporte puede lograr con un gol, en un instante, para todo un país y los millones y millones de simples aficionados al futbol que hoy miraron el partido... yo no me quiero imaginar lo que sería México si algún día ganáramos la copa del mundo. ¡Que momento! y si Dios lo permite, en días próximos nos lanzaremos a las calles nuevamente para rendir honores al equipo campeón... por lo menos si le saco una foto al camión de los jugadores. Ya luego voy a ver cómo le hago para subir esas fotos y los videos que tomé de la plaza cuando pude hacerlo (con cámara prestada, pues "No me traje mi cámara!!!")... mis alumnos quedaron de mandarme las de ellos... no tengo más palabras, se me agotaron, pero este mensaje NO le hace justicia a lo que hoy tuve la oportunidad de vivir. Les mando un abrazo y sepan pues que me hubiera encantado que todos ustedes hubiesen estado aquí conmigo para departir unidos estos increíbles momentos. Qué padre es el futbol caray. ¡Qué padre es el futbol!”

Gracias Rogelio por compartir esta vivencia con nosotros en Literal.

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